El siglo - Alain Badiou
tapa blanda
Manantial, 2005
$130
USADO
Sobre el libro:
El siglo xx ha sido juzgado y condenado: siglo del terror
totalitario, de las ideologías utópicas y criminales, de las ilusiones vacías,
de los genocidios, de las falsas vanguardias, de la abstracción como sustituto
ubicuo del realismo democrático. No deseo abogar por un acusado que sabe
defenderse solo. Tampoco quiero, com o Frantz, el héroe
de la pieza de Sartre Los secuestrados de Altona, proclamar: “Me eché el siglo
al hombro y dije: ¡Responderé por él!”. Sólo quiero examinar lo que este siglo
maldito, desde el interior de su propio devenir, ha dicho que era. Quiero abrir
el legajo del siglo, tal como se constituye en el siglo y no por el lado de los
sabios jueces ahítos que pretendemos ser. Para hacerlo, utilizo poemas,
fragmentos filosóficos, pensamientos políticos, obras teatrales. Todo un
material, que algunos presumen anticuado, a través del cual el siglo declara en
pensamientos su vida, su drama, sus creaciones, su pasión. Y veo entonces que a
contrapelo de todo el juicio pronunciado, esa pasión, la del siglo xx, no fue
en modo alguno la pasión por lo imaginario o las ideologías. Y menos aún una
pasión mesiánica. La terrible pasión del siglo xx fue, contra el profetismo del
siglo xix, la pasión de lo real. La cuestión era activar lo Verdadero, aquí y
ahora. A. B.
El siglo xx ha sido juzgado y condenado: siglo del terror
totalitario, de las ideologías utópicas y criminales, de las ilusiones vacías,
de los genocidios, de las falsas vanguardias, de la abstracción como sustituto
ubicuo del realismo democrático. No deseo abogar por un acusado que sabe
defenderse solo. Tampoco quiero, com o Frantz, el héroe
de la pieza de Sartre Los secuestrados de Altona, proclamar: “Me eché el siglo
al hombro y dije: ¡Responderé por él!”. Sólo quiero examinar lo que este siglo
maldito, desde el interior de su propio devenir, ha dicho que era. Quiero abrir
el legajo del siglo, tal como se constituye en el siglo y no por el lado de los
sabios jueces ahítos que pretendemos ser. Para hacerlo, utilizo poemas,
fragmentos filosóficos, pensamientos políticos, obras teatrales. Todo un
material, que algunos presumen anticuado, a través del cual el siglo declara en
pensamientos su vida, su drama, sus creaciones, su pasión. Y veo entonces que a
contrapelo de todo el juicio pronunciado, esa pasión, la del siglo xx, no fue
en modo alguno la pasión por lo imaginario o las ideologías. Y menos aún una
pasión mesiánica. La terrible pasión del siglo xx fue, contra el profetismo del
siglo xix, la pasión de lo real. La cuestión era activar lo Verdadero, aquí y
ahora. A. B.
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